Gavilanez Sanchez Jorge Hernán
Nace, un 31 de marzo del año 1935, en la ciudad de los tres Juanes, Ambato producto de la unión de los señores Jorge Isaac Gavilanes Guerrero y doña Bertha Angélica Sánchez Garcés, siendo el primero de seis hermanos; Maruja, Teresa, Marcelo, Rodrigo, Galo (+) Gavilanes Sánchez; desde muy pequeño como todo niño inquieto por la aventura y el trabajo buscaba descubrir el don preciado de la vida, pues ayudaba a su madre en la elaboración de los deliciosos manjares de dulce muy tradicionales de nuestra ciudad.
Sus primeras letras las aprendió en el Liceo Juan Montalvo de su ciudad natal Ambato, pasando luego a las aulas del centenario Colegio Nacional Bolívar; donde por motivos aventureros no pudo terminar con los mismos desplazándose muy joven a la ciudad de Quito y Otavalo; trabajando en lo que más le inquietaba que era los carros, haciéndose chofer profesional.
Por su galantería conoce a quien posteriormente sería su esposa doña Rosa Amelia Narváez; con quien procrea tres hijos Edisson, Ricardo, Bertha, Elizabeth y Claudia del Rocío Gavilanes Narváez; siempre muy preocupado en dar lo mejor para sus hijos trabajó incasablemente para darles una educación adecuada y acorde a lo que ellos escogieron.
Como toda persona con carácter emprendedor, futurista y de desarrollo laboró en las Cooperativas Trasandina, Santa, Cita; para luego ser socio fundador de la Cooperativa de taxis Río Marañón Nº. 17 en donde por su don de gente y espíritu emprendedor, fue muy apreciado por todos sus compañeros practicando su deporte favorito el fútbol siendo hincha de su selección Nacional y Macara.
Conjuntamente con su esposa, tuvo la oportunidad de viajar a la ciudad de los ángeles estados Unidos de Norte América, visitando a su hijo. Era discreto en los actos de su vida, nunca dio a notar que su enfermedad detectada en el año 2001, iba en aumento paulatino; hasta que un día tres de febrero del año 2011 en su querida ciudad Ambato; siendo las catorce horas treinta minutos dio su último suspiro retornando a la diestra del eterno Señor Nuestro, dejando dolor y tristeza en todos los que algún día compartimos algo de la vida con él.